"Se celebraba un curso sobre "Cómo hacer amigos e influir en los demás”
Un joven hombre de negocios explicaba a los alumnos cómo había puesto él en práctica todos los principios del curso en una entrevista con un posible comprador de su empresa, y cómo había funcionado todo perfectamente.
Bueno... ¡no del todo!
"Hice todo cuanto aquí se me había dicho», explicó el joven.
"Comencé saludándole calurosamente, luego le sonreí y me interesé por sus cosas.
Presté la mayor atención a todo lo que él quiso decir.
Me desviví por mostrarme de acuerdo con sus opiniones y le hice ver, una y otra vez, el extraordinario concepto que yo tenía de él.
El estuvo hablando durante más de una hora. Y cuando, al fin, llegamos a un acuerdo, supe que había hecho un amigo para toda la vida.»
Todo el mundo aplaudió cortésmente y, cuando los aplausos amainaron, el joven añadió con convicción: “¡Pero chico, qué enemigo se granjeó él!»
¿Por qué hacer a alguien un regalo que emocionalmente no te puedes permitir?"
Anthony De Mello
***
"Por tanto, la dimensión propiamente religiosa de la persona humana se sitúa en el plano del espíritu, donde se ama sin restricciones y se entra en los más hondos niveles de la contemplación mística.
La ciencia puede, sí, estudiar el cuerpo y la psique, mas no el espíritu, ya que aquí no dispone de datos sensibles que le permitan argumentar.
El espíritu es, pues, la dimensión trascendental del hombre; trasciende de todas las culturas y, en cierto sentido, de todas las religiones.
Cuando nos encontramos unos con otros en el nivel del espíritu, huelgan palabras; podemos entrar en comunicación mutua o, por mejor decir, «comulgar» en profundo silencio.
Ahí es donde tiene lugar el diálogo más genuino.»
Enamorarse de Dios-William Johnston
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