martes, 26 de abril de 2016

Guía diaria para acompañarnos en el camino



"Un dí­a, un pobre hombre que viví­a en la miseria y mendigaba de puerta en puerta, vio un carro de oro que entraba en el pueblo llevando a un rey sonriente y radiante. El pobre se dijo de inmediato: 


«Se ha acabado mi sufrimiento; se ha acabado mi vida de pobreza. Este rey de rostro dorado ha venido aquí­ por mí­. Me cubrirá de migajas de su riqueza y viviré tranquilo. 


En efecto, el rey, como si hubiese venido a ver al pobre hombre, hizo detener el carro a su lado. El mendigo, que se habí­a postrado en el suelo, se levantó y miró al rey, convencido de que habí­a llegado la hora de su suerte. 


Entonces el soberano extendió su mano hacia él y dijo: 
«¿Qué tienes para darme? 


El pobre, muy desilusionado y sorprendido, no supo qué contestar. "¿Es un juego lo que el rey me propone? ¿Se burla de mí­?, pensó. 


Entonces, al ver la persistente sonrisa del rey y su luminosa mirada, el hombre metió su mano en la alforja, que contení­a unos puñados de arroz. Tomó un grano de arroz, uno solo, y se lo dio al rey, que le agradeció y se fue, llevado por unos caballos sorprendentemente rápidos. 


Al final del dí­a, al vaciar su alforja, el pobre encontró un grano de oro. Entonces se puso a llorar diciendo: 


«¡Qué estúpido fui! ¡Por qué no le habré dado todo mi arroz!" 


Cuento popular hindú






***












"Y el peregrino sucede por fin al eremita, en la que debe ser la interminable y gloriosa velada estiva de nuestra existencia: una vida que es ya solo itinerancia (es la etapa del mendigo errante), en la que el infinito caminar, aquí y allá, ilustra la coincidencia entre el Yo anónimo y el corazón por todas partes presente en el mundo. 


El sabio ha renunciado ya a todo. Es la máxima libertad: la del desapego total. Ya no estoy implicado, ni en mí mismo ni en el mundo. Indiferente al pasado y al futuro, no soy más que el eterno presente de la coincidencia. 


Y, como se ve en los apuntes de peregrinaje de Swami Ramdas, cuando renunciamos a todo es cuando todo se nos ofrece, cuando no reclamamos nada es cuando se nos da todo, en abundancia. Todo, es decir la intensidad misma de la presencia.


En las largas caminatas es donde mejor se entrevé esa libertad hecha toda de renuncia.»

Andar-Una filosofía-Fréderíc Gros


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