domingo, 1 de mayo de 2016

Guía diaria para acompañarnos en el camino




"Dormí­a tranquilamente un león, cuando un ratón empezó a juguetear encima de su cuerpo. Despertó el león y rápidamente atrapó al ratón; y a punto de ser devorado, le pidió éste que le perdonara, prometiéndole pagarle cumplidamente llegado el momento oportuno. El león echó a reí­r y lo dejó marchar.


Pocos dí­as después unos cazadores apresaron al rey de la selva y le ataron con una cuerda a un frondoso árbol.
Pasó por ahí­ el ratoncillo, quien al oí­r los lamentos del león, corrió al lugar y royó la cuerda, dejándolo libre. 


Dí­as atrás le dijo, te burlaste de mí­ pensando que nada podrí­a hacer por ti en agradecimiento. Ahora es bueno que sepas que los pequeños ratones somos agradecidos y cumplidos.»


Anónimo






***












"Nos detenemos. El cuerpo está fatigado, anochece ya, hay que encontrar descanso. Pero esos «adentros» son en cada ocasión jalones, formas de estar fuera más tiempo, transiciones.


Hay que recordar también la extraña impresión que causan los primeros pasos, los de la mañana.


Hemos consultado el mapa y decidido el camino, nos hemos despedido, hemos equilibrado la mochila, ubicado el sendero, nos hemos asegurado de la dirección. 


Todo ello supone un ligero estancamiento, son vueltas atrás, puntuación: nos detenemos, comprobamos, nos agitamos sin movernos del sitio. Y, entonces, se abre el sendero. Lo tomamos, encontramos el ritmo. 


Levantamos la cabeza, y allá vamos, partimos, pero partimos para caminar, para permanecer fuera. Es ahí, sí, es ahí seguro, ya estamos. Fuera es nuestro elemento: la sensación exacta de estar habitándolo.»


Andar-Una filosofía-Fréderíc Gros



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