"Un hombre del pueblo de Neguá, en la costa de Colombia, pudo subir al alto cielo. A la vuelta, contó. Dijo que había contemplado, desde allá arriba, la vida humana. Y dijo que somos un mar de fueguitos.
«El mundo es eso» reveló» . Un montón de gente, un mar de fueguitos.
Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco, que llena el aire de chispas.
Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende."
De Eduardo Galeano.
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"Pero me he referido a «aprender» debido a una frase. Llevábamos varios minutos subiendo por un sendero y sentíamos como una presión a nuestra espalda.
Un grupo de jóvenes ruidosos que querían ir deprisa, adelantarnos, caminaban golpeando el suelo con fuerza, para poner de manifiesto su presencia. De modo que nos hicimos a un lado, dejando pasar a la pandilla alborotadora, presurosa, que nos lo agradeció con sonrisas orgullosas.
Y entonces, mientras los miraba pasar deprisa, Mateo dijo: «¡Vaya, si caminan tan rápido será que tienen miedo de no llegar!».
Un grupo de jóvenes ruidosos que querían ir deprisa, adelantarnos, caminaban golpeando el suelo con fuerza, para poner de manifiesto su presencia. De modo que nos hicimos a un lado, dejando pasar a la pandilla alborotadora, presurosa, que nos lo agradeció con sonrisas orgullosas.
Y entonces, mientras los miraba pasar deprisa, Mateo dijo: «¡Vaya, si caminan tan rápido será que tienen miedo de no llegar!».
La lección era que, en la marcha, la señal auténtica de la seguridad en uno mismo es la lentitud.»
Andar-Una filosofía-Fréderíc Gros

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