"Era un lechero acaudalado y que contaba con varios trabajadores en su lechería. Llamó a uno de ellos, Ashok, y le entregó una olla llena de mantequilla para que la llevase a un cliente de un pueblo cercano. A cambio le prometió algunas rupias extras.
Ashok, muy contento, colocó la olla sobre su cabeza y se puso en marcha, en tanto se decía para sí: “Voy a ganar dos rupias. ¡Qué bien! Con ellas compraré gallinas, éstas pronto se multiplicarán y llegaré a tener nada menos que diez mil. Luego las venderé y compraré cabras. Se reproducirán, venderé parte de ellas y compraré una granja. Como ganaré mucho dinero, también compraré telas y me haré comerciante. Será estupendo.
Me casaré, tendré una casa soberbia y, naturalmente, dispondré de excelente cocinero para que me prepare los platos más deliciosos, y si un día no me hace bien la comida, le daré una bofetada”. Al pensar en propinarle una bofetada al cocinero, Ashok, automáticamente, levantó la mano, provocando así la caída de la olla, que se hizo mil pedazos contra el suelo derramando su contenido. Desolado, volvió al pueblo y se enfrentó al patrón, que exclamó:
--¡Necio! ¡Me has hecho perder las ganancias de toda una semana!
Y Ashok replicó:
--¡Y yo he perdido mis ganancias de toda la vida!
El Maestro dice: El futuro es un espejismo. Éste es tu momento, tu instante. En lugar de fantasear con la mente, pon las condiciones para que la semilla pueda germinar.»
Cuentos clásicos de la India
***
"Como ejemplo de esta utopía del renacimiento a través de la marcha, podemos citar la peregrinación al Kailash, en el Tíbet, un monte espléndidamente aislado, una cúpula de hielo sobre una meseta inmensa, y que constituye, para muchas religiones orientales, un lugar sagrado: el centro del universo.
El punto de partida pueden ser las grandes llanuras de la India. Se recorren varios cientos de kilómetros, atravesando las cordilleras del Himalaya, alternando los puertos helados y los bajos y asfixiantes valles.
El camino es agotador y presenta todas las dificultades y los riesgos de las montañas: senderos muy escarpados y precipicios. A lo largo del camino, uno pierde poco a poco su identidad y sus recuerdos, para no ser ya más que un cuerpo que camina interminablemente.»
El punto de partida pueden ser las grandes llanuras de la India. Se recorren varios cientos de kilómetros, atravesando las cordilleras del Himalaya, alternando los puertos helados y los bajos y asfixiantes valles.
El camino es agotador y presenta todas las dificultades y los riesgos de las montañas: senderos muy escarpados y precipicios. A lo largo del camino, uno pierde poco a poco su identidad y sus recuerdos, para no ser ya más que un cuerpo que camina interminablemente.»
Andar-Una filosofía-Fréderíc Gros

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