miércoles, 6 de julio de 2016

Guía diaria para acompañarnos en el camino



"Amanecía. Una mujer muy santa se estaba dando un apacible baño totalmente desnuda. De repente, un yogui vino a darle un recado y la sorprendió en su desnudez. 


Desconcertado y sorprendido, se dio rápidamente media vuelta y se dispuso a alejarse de la mujer, pero ella le reprendió en los siguientes términos:


--¿Por qué te vuelves? Si me pudieras ver como a las vacas pastando en los campos, también desnuda, no tendrías necesidad de marcharte. Si no te comportas con naturalidad al verme desnuda, es que todavía haces diferencia entre tú y yo; todavía estás atrapado en la dualidad y el deseo.


El yogui comprendió en profundidad la verdad que brotaba de los sabios labios de la mujer, se puso ante ella de rodillas y comenzó a exclamar: “¡Madre, madre, madre!”


El Maestro dice: “Tú” y “Yo” se funden en la unidad del Ser como se funde la escarcha con los primeros rayos del sol al despuntar el día.»


Cuentos clásicos de la India








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"Tras cruzar un puerto se llega por fin al valle del Puyrang. El paisaje cambia bruscamente: una mineralidad brillante, transparente. Atrás quedaron las rocas oscuras coronadas por picos nevados, atrás quedaron los bosques de abetos negros con jirones de blancas brumas. 


No queda más que la simple oposición de cielo y tierra. Un paisaje de inicio del mundo, un desierto gris, verde y beig. El peregrino, vaciado de su historia, cruza esa transparencia árida, pero divisa ya, a lo lejos, una nueva cadena de montañas, regular y resplandeciente. 


Ya no es nada entonces, y avanzar serpenteando entre esos lagos negros, esas colinas doradas y esa tierra de plomo es su lección de las tinieblas. Hay que cruzar un último puerto para llegar por fin a la Tierra de los Dioses.»

Andar-Una filosofía-Fréderíc Gros


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