«Tenemos que comer y vestimos», dijo un discípulo; «pero ¿cómo podríamos liberamos de semejante servidumbre?»
«Todos comemos y nos vestimos», dijo el Maestro. «No comprendo. . .»
«Si no comprendes, vístete y come». Más tarde diría: «Nunca os mostréis superiores a nada que queráis evitar».
Y posteriormente añadiría: «Las personas que pretenden estar por encima de una comida bien preparada y de un traje bien cortado. . . son dementes espirituales».
Anthony De Mello
***
"A partir de la fe se reestructura toda la vida; porque ella descubre en mi interior los sentimientos del Señor y su voluntad, me mueve a ser más dócil a ella; me desprende de apegos, sentimientos, gustos, necesidades; y me hace infinitamente libre.
Todo ello empuja a un estado de recogimiento sereno y espontáneo, que es el estado de presencia de Dios, que no me impide percibir normalmente las cosas o actuar con absoluta naturalidad, pero que me descubre todo con una luz nueva, que es la fe: ¡sentir, ver, vivir en fe!
Todo eso que tantas veces reflexionado o meditado, todas las verdades de la fe, se hacen realidad. Se convierten en mi vida. Eso es lo que vivo... Es lo que respiro. Porque en esta fe-vida se contiene la percepción de los sentimientos del Señor y de su voluntad, lo que nos mueve a ser dóciles a ella, nos desprende de apegos, sentimientos, gustos, necesidades, y nos hace realmente libres.
Y, a partir de esta libertad se hace espontáneo y fácil el discernimiento, porque todo queda relativizado y supeditado a la voluntad de Dios.»
Todo ello empuja a un estado de recogimiento sereno y espontáneo, que es el estado de presencia de Dios, que no me impide percibir normalmente las cosas o actuar con absoluta naturalidad, pero que me descubre todo con una luz nueva, que es la fe: ¡sentir, ver, vivir en fe!
Todo eso que tantas veces reflexionado o meditado, todas las verdades de la fe, se hacen realidad. Se convierten en mi vida. Eso es lo que vivo... Es lo que respiro. Porque en esta fe-vida se contiene la percepción de los sentimientos del Señor y de su voluntad, lo que nos mueve a ser dóciles a ella, nos desprende de apegos, sentimientos, gustos, necesidades, y nos hace realmente libres.
Y, a partir de esta libertad se hace espontáneo y fácil el discernimiento, porque todo queda relativizado y supeditado a la voluntad de Dios.»
Fundamentos-Contemplativos en el mundo
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