“Un pobre campesino que regresaba del mercado a altas horas de la noche descubrió de pronto que no llevaba consigo su libro de oraciones. Se hallaba en medio del bosque y se le había salido una rueda de su carreta, y el pobre hombre estaba muy afligido pensando que aquel día no iba a poder recitar sus oraciones.
Entonces se le ocurrió orar del siguiente modo: “He cometido una verdadera estupidez, Señor: he salido de casa esta mañana sin mi libro de oraciones, y tengo tan poca memoria que no soy capaz de recitar sin él una sola oración.
De manera que voy a hacer una cosa: voy a recitar cinco veces el alfabeto muy despacio, y tú, que conoces todas las oraciones, puedes juntar las letras y formar esas oraciones que yo soy incapaz de recordar”.
Y el Señor dijo a sus ángeles: “De todas la oraciones que he escuchado hoy, ésta ha sido, sin duda alguna, la mejor, porque ha brotado de un corazón sencillo y sincero”.
Anthony De Mello
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"Y esta oración celeste del Hijo de Dios nos la confirman los escritos del Nuevo Testamento, especialmente la carta a los Hebreos, que nos ofrece el dato fundamental de la actividad de Jesucristo en el cielo:
(Cristo) como permanece para siempre, tiene el sacerdocio que no pasa. De ahí que puede salvar definitivamente a los que se acercan a Dios por medio de Él, pues vive siempre para interceder a favor de ellos (Heb 7,24-25).
La resurrección y la ascensión del Señor son la causa de su intercesión permanente. «Después de resucitar de entre los muertos vive para siempre y ruega por nosotros». Él está eternamente vivo y se encuentra en la presencia del Padre para presentarle su petición permanente por nosotros.
Y no sólo como Hijo de Dios, también como hombre, Cristo alaba al Padre en su existencia gloriosa, en una ininterrumpida intercesión que forma parte de su sacerdocio.»
(Cristo) como permanece para siempre, tiene el sacerdocio que no pasa. De ahí que puede salvar definitivamente a los que se acercan a Dios por medio de Él, pues vive siempre para interceder a favor de ellos (Heb 7,24-25).
La resurrección y la ascensión del Señor son la causa de su intercesión permanente. «Después de resucitar de entre los muertos vive para siempre y ruega por nosotros». Él está eternamente vivo y se encuentra en la presencia del Padre para presentarle su petición permanente por nosotros.
Y no sólo como Hijo de Dios, también como hombre, Cristo alaba al Padre en su existencia gloriosa, en una ininterrumpida intercesión que forma parte de su sacerdocio.»
Fundamentos-Contemplativos en el mundo
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