lunes, 27 de noviembre de 2017

Guía diaria para acompañarnos en el camino



“Un pobre campesino que regresaba del mercado a altas horas de la noche descubrió de pronto que no llevaba consigo su libro de oraciones. Se hallaba en medio del bosque y se le había salido una rueda de su carreta, y el pobre hombre estaba muy afligido pensando que aquel día no iba a poder recitar sus oraciones.


Entonces se le ocurrió orar del siguiente modo: “He cometido una verdadera estupidez, Señor: he salido de casa esta mañana sin mi libro de oraciones, y tengo tan poca memoria que no soy capaz de recitar sin él una sola oración. 


De manera que voy a hacer una cosa: voy a recitar cinco veces el alfabeto muy despacio, y tú, que conoces todas las oraciones, puedes juntar las letras y formar esas oraciones que yo soy incapaz de recordar”.             


Y el Señor dijo a sus ángeles: “De todas la oraciones que he escuchado hoy, ésta ha sido, sin duda alguna, la mejor, porque ha brotado de un corazón sencillo y sincero”.


Anthony De Mello






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"Y esta oración celeste del Hijo de Dios nos la confirman los escritos del Nuevo Testamento, especialmente la carta a los Hebreos, que nos ofrece el dato fundamental de la actividad de Jesucristo en el cielo: 


(Cristo) como permanece para siempre, tiene el sacerdocio que no pasa. De ahí que puede salvar definitivamente a los que se acercan a Dios por medio de Él, pues vive siempre para interceder a favor de ellos (Heb 7,24-25).


La resurrección y la ascensión del Señor son la causa de su intercesión permanente. «Después de resucitar de entre los muertos vive para siempre y ruega por nosotros». Él está eternamente vivo y se encuentra en la presencia del Padre para presentarle su petición permanente por nosotros. 


Y no sólo como Hijo de Dios, también como hombre, Cristo alaba al Padre en su existencia gloriosa, en una ininterrumpida intercesión que forma parte de su sacerdocio.»


Fundamentos-Contemplativos en el mundo


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