lunes, 1 de enero de 2018

Guía diaria para acompañarnos en el camino




"El abuelo y la abuela se habían peleado, y la abuela estaba tan enojada que no le dirigía la palabra a su marido.


Al día siguiente, el abuelo había olvidado por completo la pelea, pero la abuela seguía ignorándole y sin dirigirle la palabra. Y, por más esfuerzos que hacía, el abuelo no conseguía sacar a la abuela de su mutismo.


Al fin, el abuelo se puso a revolver armarios y cajones. Y cuando llevaba así unos minutos, la abuela no pudo contenerse y le gritó airada: “¿Se puede saber qué demonios estás buscando?”.


“¡Gracias a Dios, ya lo he encontrado!”, le respondió el abuelo con una maliciosa sonrisa. “¡Tu voz!”.


Si es a Dios a quien buscas, mira en otra parte.”


Anthony De Mello





***












"De hecho, el tiempo que dedica a la oración y el modo de realizarla deben responder a este sentido de «ministerio» o misión eclesial, con conciencia clara de que, con su oración, está realizando el trabajo que le corresponde en el Cuerpo de Cristo.



La principal motivación que posee el contemplativo para orar es el absoluto convencimiento de que el Señor le encarga personalmente el ministerio de la oración como su cooperación específica a la extensión del reino de Dios. 



Entendida así, la oración no será nunca una actividad más entre otras o un quehacer que le beneficia principalmente a él, sino la misión fundamental que le encarga el Señor y que sustenta todo lo que hace. 


Es preciso, pues, dejar de concebir la oración como una simple tarea, por importante que sea, para hacer de ella algo vital, que implica totalmente a una persona y que constituye su más valiosa aportación al Cuerpo de Cristo.»


Fundamentos-Contemplativos en el mundo


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