jueves, 8 de febrero de 2018

Guía diaria para acompañarnos en el camino




"Un ateo cayó por un precipicio y, mientras rodaba hacia abajo, pudo agarrarse a una rama de un pequeño árbol, quedando suspendido a 300 metros de las rocas del fondo, pero sabiendo que no podía aguantar mucho tiempo en aquella situación.


Entonces tuvo una idea: "¡Dios!", gritó con todas sus fuerzas. Pero sólo le respondió el silencio.


“¡Dios!”, volvió a gritar: “¡Si existes, sálvame, y te prometo que creeré en ti y enseñaré a otros a creer!”.


¡Más silencio! Pero, de pronto, una poderosa Voz, que hizo que retumbara todo el cañón, casi le hace soltar la rama del susto: “Eso es lo que dicen todos cuando están en apuros”. 


“¡No, Dios, no!”, gritó el hombre, ahora un poco mas esperanzado. “¡Yo no soy como los demás! ¿Por qué había de serlo, si ya he empezado a creer al haber oído por mí mismo tu Voz? ¿O es que no lo ves? ¡Ahora todo lo que tienes que hacer es salvarme, y yo proclamaré tu nombre hasta los confines de la tierra!”.


“De acuerdo”, dijo la Voz, “te salvaré. Suelta esa rama”.


“¿Soltar la rama?”, gimió el pobre hombre. “¿Crees que estoy loco?”.


Se dice que, cuando Moisés alzó su cayado sobre el Mar Rojo, no se produjo el esperado milagro. Sólo cuando el primer israelita se lanzó al mar, retrocedieron las olas y se dividieron las aguas, dejando expedito el paso a los judíos."


Anthony De Mello





***











"La oración del Verbo y consecuentemente la nuestra es tan eficaz que Dios no espera que le pidamos algo para dárnoslo, sino que su mismo don es el que nos inspira que se lo pidamos. 


Pedimos y recibimos a la vez; así se realiza el «sin tardar» del que habla el Señor en Lc 18,8. Ésta es la auténtica eficacia de la oración. 


Y en este sentido la oración es siempre eficaz; de modo que si a nuestra oración le falta esta eficacia, tendríamos que concluir que no es verdadera oración. 


Pero la oración no es eficaz de cualquier manera o mecánicamente: para que sea realmente eficaz tiene que ser viva; requiere la incorporación de nuestra persona. 


No se trata de realizar una simple actividad más o menos vinculada a nosotros, sino de orar de manera que estemos plenamente involucrados en la misma oración.»


Fundamentos-Contemplativos en el mundo


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